lunes, 29 de febrero de 2016

Resonancia Magnética: No es lesión todo lo que reluce.

La resonancia magnética (RM) es una prueba médica que permite ver, con gran precisión, las estructuras del interior de nuestro organismo. Se utiliza para diagnosticar y tratar numerosas patologías. Si hacemos una RM de la columna vertebral obtendremos una imagen en la que se podrán ver con detalle las lesiones o anomalías que pueda haber.






     El problema, aunque pueda parecer ilógico, viene a la hora de decidir si esas anomalías que se han visto en la RM, son o no son una lesión. ¿Quién lo decide? ¿Tu médico? ¿Un grupo de especialistas? ¿Tú? No, lo decide tu cerebro.

     En buena lógica, las RM realizadas a personas sin dolores de espalda, deberían arrojar unos resultados libres de lesiones o anomalías en sus estructuras vertebrales. La realidad, que se empeña en llevar la contraria a la lógica, es que las espaldas indoloras suelen arrojar tantas anormalidades o potenciales lesiones como la mayoría de las dolientes. Entonces, ¿por qué no duelen?
Una de las claves más importantes del dolor es que, la existencia de daño o lesión, no es causa suficiente ni necesaria para tener dolor. Hemos de conocer cómo funciona el dolor para poder manejarlo.

     La lesión de espalda es uno de los padecimientos más comunes del homo sapiens sapiens, es una de las cicatrices evolutivas (más información). Y es que pasar de andar a cuatro patas, como nuestros antepasados homínidos, a hacerlo erguidos, no fue ni es gratis. La columna vertebral de nuestros antepasados, caminaba paralela al suelo, sin tener que soportar el peso de nuestro cerebro y hombros. Nuestra posición bípeda trajo muchas ventajas pero también inconvenientes, nuestra espalda sufre y se desgasta mucho más.






     Muchos Homo sapiens sapiens van a consulta porque tienen dolores en la espalda. Les hacen una RM que arroja un resultado normal, osease, una espalda con desgaste, algún que otro daño... Los facultativos, como es lógico, cavilan que esas lesiones son la causa de los dolores. El pobre homo sapiens sapiens se queda atónito cuando le dicen que tiene degeneración en los discos D11 D12, L1 L2 y L2 L3, y nadie le explica que, es una lesión muy común en su especie, en muchos casos provocada por el proceso de envejecimiento normal, y que no tiene por qué provocar dolor.

     A raíz de este episodio, empieza a comportarse como un enfermo, poniendo toda su atención en las "lesiones" de su espalda. Su postura debe ser siempre correcta, ya no juega con los niños por si acaso algún mal gesto agrava su problema, no levanta pesos, hace ejercicios para fortalecer su core (la zona de la cintura), evita esas salidas al monte...
Curiosamente, tomar todo tipo de precauciones para con su espalda y fortalecerla, lejos de aliviar, no ha hecho más que aumentar sus dolores. ¿Qué está pasando? Lo que ocurre es que se ha metido en el círculo del dolor.





     El dolor, en último término, siempre es una valoración cerebral, haya o no haya tejido dañado (más información). Es una construcción cerebral, una percepción más, como la vista o el oído,  fabricada por el cerebro. Porque los tejidos no tienen la capacidad de doler (más información). Tú sentirás el dolor en tu espalda, pero el dolor no surge ahí, es tu cerebro el que crea el dolor, en respuesta a toda la información que le llega. La información del estado de los tejidos, le llega por medio de unas neuronas especializadas no en detectar dolor, porque el dolor no es una entidad detectable, sino en detectar estados nocivos, llamadas nociceptores (más información).

     Pero además de esa información física, tu cerebro prevé, teme, planifica, interpreta... en todo momento, y eso de que le digan que tiene degeneración en los discos D11 D12, L1 L2 y L2 L3, que tú te angusties, que pongas toda tu atención en la espalda... le suena fatal y hace que se ponga en guardia. Y el dolor no es más que una alarma que utiliza para avisarnos de que algo va mal.

     Lo primero y más importante es evaluar concienzudamente esas lesiones, para ver hasta que punto son serias. En el vídeo que te pongo más abajo, el profesor Peter O´Sullivan, calcula que el 90 - 95% de los pacientes con dolor crónico en la espalda no muestran lesiones en la RM que justifiquen esos dolores. Tienen espaldas normales. Quiere esto decir que para ayudar a un 10%, corremos el riesgo de meter en el círculo del dolor, a un 90%.

     Es más, aunque tengas una lesión seria que precise cirugía, la focalización de toda tu atención en la espalda, el adoptar una conducta de enfermedad, el miedo ante una lesión o la angustia por la falta de mejora, van a hacer que tu cerebro se ponga en guardia. Hay muchos casos de graves lesiones de espalda indoloras, porque la persona no sabe que la tiene y el cerebro no ha percibido peligro. Evidentemente si tienes una lesión grave, has de tratarla, pero ten en cuenta que la alarma que emite tu cerebro, el dolor, no depende siempre de la gravedad de la lesión. El dolor y la gravedad de la lesión no van de la mano. Tu forma de manejar esa lesión y el dolor, si.


     En el vídeo se ve cómo algunas personas, que vivían realmente impedidas por su dolor, pasan a tener una vida normal. Y no lo consiguen gracias a una cirugía prodigiosa o a un analgésico de última generación. Lo consiguen gracias a un cambio en la percepción y el manejo de su lesión.








Referencias:

arturogoicoechea.com


   
   

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Da la vuelta a tu malestar

Con frecuencia las pacientes fibromiálgicas sienten ansiedad, irritación, tensión muscular... y es que sobrellevar los dolores no es nada fácil.
El remedio habitual es tratar de relajarse, pero esto no siempre da resultado.
Es curioso pero nuestro organismo con frecuencia funciona de manera paradójica. Por ejemplo, cuanto más deseamos dormirnos, más nos cuesta conciliar el sueño. Como un niño, cuanto más le dices menos caso te hace.




Te animo a que pruebes una forma sencilla y diferente de afrontar esos malestares que da muy buenos resultados:

Coge un despertador y ponlo para que suene media hora más tarde. En una habitación en la que nadie te moleste siéntate plácidamente y trata de evocar tus peores miedos. El objetivo es que trates de sentirte mal a propósito.
Genérate ansiedad y exagera tus miedos y preocupaciones tratando de aumentar tus dolores. 


Pasada la media hora, lávate la cara y sigue con tus cosas.
Puede parecer ilógico y contraintuitivo pero da muy buenos resultados. La lógica reside en no luchar contra lo que no podemos controlar. Si hoy nuestro organismo ha decido que duele, va a doler. Pero si le das la razón, en vez de contestarle, se relaja.
Lo semejante cura lo semejante. 



Referencia:

Giorgio Nardone, Más allá del miedo. Paidos Iberica (2003).



lunes, 31 de agosto de 2015

Fibromialgia: El síndrome de Felipe II (el rey prudente).

   
     Érase una vez un rey que vivía en un castillo. Era un rey peculiar. Gobernaba todo su reino sin salir de su castillo. No tenía contacto directo con el mundo exterior, por lo que no hablaba cara a cara con los ciudadanos, ni iba a reuniones o fiestas y sin embargo, controlaba absolutamente todo lo que pasaba en su reino.

     El rey mandó construir su castillo en la mejor posición estratégica, en lo alto de una pequeña colina desde la cuál se divisaba toda la ciudadela. Repartidos por todo el reino, tenia informadores que puntualmente le contaban todo lo que ocurría. Lo hacían mediante un sistema de cables que llegaba hasta el castillo. No vivía la realidad, se la contaban y él la interpretaba a su manera. Su idea de la realidad era aproximada. Además el mundo había cambiado mucho desde que no salía de su castillo y su forma de ver la vida era muy anticuada. Aún así el sistema funcionaba bien: recibía la información, la interpretaba y decidía: encendía las alarmas, ponía a trabajar a los obreros, mandaba su guardia real... siempre con el objetivo de proteger a sus ciudadanos.  Cuando éstos no querían que el rey se enterase de alguna cosa, emborrachaban con cerveza a los informadores para que fueran incapaces de informar. Por lo demás el rey estaba al tanto de todo lo que pasaba.

 



   
     Una mañana, cuando todos los ciudadanos trabajaban afanados, sin que nadie lo esperase, apareció el basto ejército de un reino vecino con la intención de invadirles. Cientos de hombres montados en imponentes caballos, pertrechados con aceradas armaduras y poderosas espadas acechaban el reino. La imagen era sobrecogedora, el miedo y la angustia se apoderaron de todo el reino.

     Comenzaron a caer pedruscos, los ciudadanos estaban muertos de miedo y los informadores empezaron a mandar toneladas de información de peligro. El rey jamás había recibido tal avalancha de peligro en su tranquilo reino, se sintió completamente desbordado. Preso del pánico comenzó inmediatamente a encender todas las alarmas y puso en pie de guerra toda su guardia. Revolucionó a todo su reino ante aquella terrible amenaza.

     Aquellos bárbaros trataron de escalar las murallas pero no fueron capaces de penetrar en el reino. Las paredes eran enormes y las puertas extremadamente robustas. A pesar de lo cobardes y miedosos que eran los ciudadanos, eran excelentes artesanos y habían construido una fortificación grandiosa. Los pedruscos causaron daños pero no fue nada grave.

     Pasadas unas horas, los invasores al fin se fueron. Los ciudadanos estaban sobrecogidos, pero al ver que todo había pasado sin mayores consecuencias empezaron a tranquilizarse. Los informadores contaron al rey que había algunos daños, que se fueron arreglando para que se apagasen las alarmas.
     Sin embargo, para sorpresa de los ciudadanos, una vez solucionado todo, las alarmas seguían sonando. Nadie entendía nada, el peligro había pasado y los desperfectos habían sido arreglados.
     Para tratar de controlar la situación los ciudadanos usaron su remedio, dieron cerveza a los informadores. Las alarmas cesaron un poquito pero apenas surgió efecto cuando otras veces era un método muy efectivo. ¿Qué ocurría? Fueron pasando los días y las alarmas se calmaron pero no desaparecían del todo. Los ciudadanos no sabían como controlar aquello y la vida diaria era muy difícil en aquellas circunstancias.

     A la semana siguiente apareció un circo ambulante. Trapecistas, animales exóticos, música, payasos... Todos en el reino estaban entusiasmados, hacía mucho tiempo que no tenían la oportunidad de disfrutar del circo y por momentos se olvidaron de las alarmas.
     De pronto, y sin motivo aparente, saltaron todas las alarmas violentamente, la guardia real comenzó a cargar contra el animado circo y todo el reino se sumió en el más absoluto caos. Nadie entendía nada, aquello no era ninguna amenaza, todo lo contrario. ¿Qué ocurría?
   
     La situación era insostenible, los ciudadanos acordaron hacer un pedido grandísimo de bebidas alcohólicas. Los distribuidores de alcohol se frotaban las manos con el negocio que estaban haciendo. Y aunque el alcohol no hacía el efecto esperado y mermaba la salud de los informadores, seguían comprándolo porque era el único remedio. Saltaba una alarma, iban a dicha zona y emborrachaban al informador con tequila, que era lo más fuerte que tenían, pero las alarmas no cesaban. 
      ¿Por qué no hacía efecto emborrachar a los informadores? ¿Por qué el rey activaba los protocolos de emergencia? Todo el reino se estaba volviendo loco, aquello era insostenible. Nunca antes había pasado algo semejante.
   
     Pasaron los días y las alarmas seguían sonando, unas veces más fuerte, otras más suave pero siempre presentes. Los ciudadanos estaban abatidos, era imposible vivir así, algo pasaba en el reino que hacía saltar las alarmas. El gran problema era que aparentemente todo estaba bien. Con el tiempo la cosa no hizo sino empeorar, las alarmas se encendían continuamente y el tequila no hacía efecto. La alarma no cesaba. ¿Por qué? Estaban desesperados, no podían trabajar, ni dormir, ni jugar... sus vidas se convirtieron en un infierno.

     Consultaron con todo tipo de especialistas. Todos coincidían: en el reino no había nada estropeado, nada que justificase las alarmas. Éstas solo se encendían cuando algo iba mal y tras informar al rey de ello, que era el responsable último. Pero si aparentemente todo iba bien y además los informadores estaban borrachos ¿por qué se encendían las alarmas?

     Los especialistas a los que consultaban ya no sabían que decirles. Les mandaban a otros especialistas que a su vez les derivaban a otros que les decían lo mismo. Todo estaba en orden. Algunos llegaron a sugerir que el problema era el rey, estaba loco. Aquello indignó a los ciudadanos. Amaban a su rey por encima de todo. Estaban convencidos de que algo iba mal y la solución era encontrar ese fallo.

     Siguieron peregrinando por todo tipo de especialistas que no dieron solución a sus problemas. Es más, ni tan siquiera llegaron a sentirse entendidos.

     Un día apareció por el reino un viajero que estaba de paso. Le acogieron encantados. Los ciudadanos le contaron su grave problema, su desesperación por no poder solucionarlo y su incomprensión por parte de los especialistas. El viajero se dedicó a escucharles con atención, se compadecía del sufrimiento que padecían pero al mismo tiempo se interesaba cada vez más por aquella extraña situación, ¿Qué estaba pasando en aquel reino?

     El viajero pensaba en cómo podía ayudarles, a pesar de no ser considerado un especialista en alarmas, tenía intuiciones muy afinadas y empezó a preguntarse como funcionaba todo aquel sistema.
Los ciudadanos ponían todo su empeño en que alguien encontrase lo que supuestamente funcionaba mal pero, ¿realmente había algo estropeado? El sistema de alarmas, en si mismo, aparentemente funcionaba bien. Parecía más un sobre funcionamiento que una avería. Empezó a intuir que el problema podía ser del rey, como sugerían algunos especialistas. Pero no en el modo en que éstos sugerían. El rey no estaba loco, muy al contrario, parecía estar muy cuerdo. Amaba a su reino y todo lo que hacía era por el bien de su pueblo. Tenía que tener alguna razón para encender las alarmas.

     ¿En qué se basaba el rey para encender las alarmas si los informadores estaban bebidos y además no había nada roto?, a parte de los cables, ¿llegaba más información al castillo del rey? Ciudadanos y expertos pensaban que el rey solo se basaba en la información de los cables para encender las alarmas. Si saltaban las alarmas era porque algo iba mal, porque los informadores lo comunicaban al rey y porque este había evaluado que era peligroso. Él no estaba tan seguro de eso, así que siguió investigando.

     Había algo que llamó su atención: Los ciudadanos, a pesar de vivir en un lugar muy seguro, tenían muchos miedos. Vivían con desasosiego, siempre alerta de posibles peligros, inquietos y con preocupaciones por el futuro, por sus familias, por ellos mismos... la angustia era constante en sus vidas ¿tendría algo que ver en las alarmas?, ¿era el rey tan miedoso como sus ciudadanos?

     Como no podía ponerse en contacto con el rey buscó a los más ancianos del reino, que le conocieron en su niñez, para preguntarles cómo era el rey. Encontró varios ancianos que le hablaron de él. Contaban que el rey fue un niño miedoso, reservado y enfermizo. No tenía gran seguridad en si mismo y tuvo alguna experiencia dura, como cuando casi es devorado por un oso en una cacería, que le hizo si cabe, ver la vida más amenazante aún y ser más prudente. Era extremadamente prudente. Y esa forma de ser era su forma de gobernar. Estaba atento siempre a las informaciones que le llegaban y ante la duda hacía saltar todas las alarmas. Y después del intento de invasión su prudencia se acentuó aún más.
    
     Siguió preguntando a los más mayores y encontró un señor que trabajó dentro del castillo sirviendo al rey durante muchos años. Le preguntó por su gran duda ¿El rey se basa solo en la información que le llega por los cables o hay otras fuentes de información?
El anciano quedó asombrado por su pregunta: ¡cómo se va a basar el rey solo en la información que llega por los cables!

    El castillo estaba estratégicamente situado en lo alto de la colina, desde donde se divisaba todo el reino. Hasta allí llegaban sonidos del exterior. Además, podía asomarse a las ventanas para ver, aunque no fuera nítidamente, qué hacían sus ciudadanos o si acechaban enemigos en el horizonte... la información de los cables solo era una parte de la información que le llegaba.
   
      El rey se estaba basando en las reacciones de sus ciudadanos y en lo que él intuía que pasaba por lo que veía desde el castillo para encender las alarmas. Situaciones que a pie de calle los cuidadanos no veían como peligros sino como inconvenientes darios, e incluso situaciones nuevas pero en absoluto peligrosas, eran vistas desde el castillo como posibles amenazas. El rey prudente.

     Los ciudadanos eran muy miedosos, y sus propias reacciones de miedo hacían que el rey reaccionase con miedo. El día del intento de invasión, desde el castillo oyó como huían sus ciudadanos, como rechinaban las espadas, los golpes de las piedras, los gritos de los soldados, veía el ejército a lo lejos... todo esto más la información de los cables hizo que se sintiese aterrorizado. Aunque no hubiera señales de peligro seguía encendiendo las alarmas ante cualquier cosa que viera u oyera desde su castillo, aunque los informadores no mandasen señal de peligro. Estaban emborrachando a los informadores, gastando mucho dinero en bebidas y perjudicándoles su salud cuando éstos no eran el problema.
     Las alarmas se encendían por lo que el rey intuía. El día en que llegó el circo, los informadores no mandaron ninguna señal de peligro, pero el rey vio a lo lejos caballos, alboroto, extraños... y no dudó un instante en encender todas las alarmas y dispersar el circo.

     La solución al problema era sencilla pero difícil de llevar a cabo. Los ciudadanos esperaban el especialista que les dijese: ¡ésto es lo que está mal! ¡se pone uno nuevo y listo! Pero eso no iba a ocurrir. 
     La solución estaba en ellos. No existía la bebida capaz de eliminar las señales en las que se basaba el rey para alarmar a su reino. Tenían que aprender a vivir y superar miedos. No se podía hablar directamente con el rey y razonar con él. En la medida en que los ciudadanos fueran cogiendo confianza en ellos mismos y superasen sus miedos y ansiedades demostrarían al rey que hay muchas situaciones que no son potencialmente peligrosas. Éste se haría también más fuerte y dejaría de alertar por cualquier cosa, las alarmas cesarían y vivir una vida volvería a ser posible.
     El viajero sabía que muchos ciudadanos no le entenderían, no era fácil entender como funcionaba el sistema de alarmas del rey. Pero quizá otros si, y dejarían de esperar milagros de los especialistas y empezarían a crecer para lograr una vida sin dolor.




Con la colaboración especial de:




El rey                                                              TU CEREBRO INCONSCIENTE
Los ciudadanos                                             PACIENTES DE FIBROMIALGIA
Alarmas                                                          DOLOR                
Los informadores, sistema de cables    NOCICEPTORES
Distribuidores alcohol                               LABORATORIOS FARMACÉUTICOS
Cerveza, Tequila                                         ANALGÉSICOS QUE NO FUNCIONAN
Ejercito invasor                                           SITUACIONES LÍMITE
Oso                                                                  SITUACIONES LÍMITE
Circo                                                               SITUACIONES  MAL EVALUADAS
Viajero                                                           UN PSICÓLOGO






Historia basada en hechos reales:




El dolor siempre es una decisión de nuestro cerebro inconsciente, haya o no haya tejido dañado (Butler y Moseley, 2010).
El dolor es una construcción cerebral, como por ejemplo los colores. Aunque resulte contraintuitivo los colores no existen ahí fuera, en el mundo, son una construcción cerebral. A nuestros ojos no llegan colores, llegan longitudes de onda. Los colores los fabrica el cerebro, como demuestra el controvertido vestido de Buzzfeed (más información)
Todas nuestras percepciones, vista, oído, dolor... son fabricadas por el cerebro (más información). Los tejidos no tienen la capacidad de doler. Tú sentirás el dolor en tu espalda, rodilla, mano... pero el dolor no surge ahí, es el cerebro el que crea el dolor, en respuesta a la información que le llega por medio de unas neuronas especializadas no en detectar dolor, porque el dolor no es una entidad detectable, sino en detectar estados nocivos, llamadas nociceptores. El dolor no se detecta, se crea. Como los colores. (más información).

Esto no quiere decir que el dolor fibromialgíco, sin daño aparente, sea psicológico o de segunda. Todos los dolores nacen en el cerebro, llámalo psicológico, neurológico, psiconeurológico...
La distinción dolor físico/dolor psicológico es errónea (más información). En origen todos los dolores nacen en el cerebro inconsciente, lo que varía es la fuente por la cual éste ha detectado peligro, física (cables/nociceptores, daño físico) o psicológica/emocional (miedos, ansiedad...).
El dolor fibromiálgico sin causa aparente es un dolor tan incapacitante como el dolor acompañado de daño físico. El daño físico no predice la intensidad del dolor, es la evaluación de amenaza que hace el cerebro inconsciente el predictor exacto de la intensidad del dolor. (Efecto Anzio, Henry Beecher).

El inconsciente no está en contacto directo con la realidad, como el rey prudente, la construye a partir de la información que le llega. Por eso mismo, una experiencia emocional negativa extrema en la que no haya tejido dañado, puede sin embargo ser evaluada como un peligro para tu integridad, y el dolor es la manera que tiene nuestro inconsciente de alertarnos de que algo va mal. Miedo y dolor evolucionaron juntos (Stamos 2003).
Esto es posible porque el cerebro procesa la información de dolor físico y de dolor emocional en la misma zona cerebral (Eisenberg y Lieberman, 2004). Desde tu percepción consciente sabes que la angustia, la indefensión o el terror no te causarán la muerte directa, pero tu inconsciente puede llegar a esa conclusión y mandarte dolor como forma de protegerte de lo que cree son peligros. Recoge información e interpreta. No exactamente, es algo aproximado. Y si llega a la conclusión de que hay peligro, una de sus herramientas para ayudarte es mandarte dolor (si, aunque no lo creas trata de ayudarte). Su naturaleza es ser prudente y tus miedos le han hecho serlo aún más. Su política es "más vale prevenir que lamentar". El rey prudente.

Esta es la razón por la cual los analgésicos (emborrachar a los informadores) tienen un efecto muy limitado en los fibromiálgicos, placebo en mi opinión (más información), y son curiosamente los antidepresivos el medicamento de primera elección en un síndrome de dolor como es la fibromialgia (Hauser y Bernardy, 2009).
Los analgésicos nunca actúan en el tejido dañado. Actúan en el nociceptor que lleva la información de nocividad, de que algo va mal (en el cable). Al tomarte un analgésico cuando tienes una herida, consigues que no llegue la información de que algo va mal al cerebro, consecuentemente dejará de mandar dolor. Cuando se empieza a pasar el efecto del analgésico comienza a llegar información nociva y el cerebro empieza a mandar dolor de nuevo, se está basando en información física (más información). Pero el analgésico no hace nada en la zona dañada.
En la fibromialgia, tu inconsciente no se está basando en información física para mandar dolor. Se está basando en tus miedos, tu ansiedad... Y los antidepresivos, aunque limitados, son más efectivos en ese tipo de "vía" que los analgésicos.
Que a ti te duela, y mucho, una zona del cuerpo no quiere decir sistemáticamente que haya algo mal en esa zona. Puede ser el lugar al cuál el cerebro dirige una alarma consecuencia de una evaluación de peligro, procedente de una experiencia emocional negativa y extrema sin tejido dañado.

Vivir una situación emocional negativa extrema, o tener muchos miedos e inseguridades, puede hacer que tu inconsciente se sensibilice y esté alerta a todo tipo de situaciones, y mande dolor para tratar de protegerte de lo que considera peligros para tú integridad. 

El inconsciente es como un niño de 4 años. ¿Cuándo se da cuenta ese niño de que la situación es peligrosa? Cuando te ve a ti, adulto, temer. Mientras tú estés tranquilo, él está tranquilo. Si tienes fibromialgia a buen seguro eres una persona insegura y miedosa, o has pasado por alguna experiencia emocional negativa extrema que te desbordó. El punto es que tu inconsciente no confía en ti y en tus recursos para manejarte en el mundo. Su principal misión es que sobrevivas, así que prefiere mandarte dolor y que estés quieta a que te ocurra algo irremediable.

Tratar de explicarle civilizadamente que los peligros que supone no son tales es en vano. No te va entender. El inconsciente no razona. Se basa en esos temores que sientes, en esos miedos que condicionan tu vida. Emociones negativas que interpreta como peligro.

Superar la fibromialgia pasa por vencer tus miedos y aprender a manejarte con soltura en la vida. Y dominar determinados miedos y autotorturas diarias puede ser más fácil de lo que crees, busca ayuda profesional.


Mientras no demuestres a tu inconsciente que puede confiar en ti, va a seguir encendiendo las alarmas.






jueves, 2 de julio de 2015

¿Por qué no funciona tu dieta? 8 pasos para reajustar tu metabolismo.

    Vivimos en un entorno que poco tiene que ver ya con el entorno en cual nos desarrollamos. Entonces todos los mecanismos de nuestro organismo tenían sentido. En la era de la información no.
La obesidad, la gran epidemia del siglo XXI, es consecuencia de ese desajuste.

    Nuestro cerebro está diseñado para la supervivencia y la reproducción. Conviene no perder de vista este dato. Tal es su destreza, que es capaz de acelerar o ralentizar el metabolismo según la calidad (el cerebro entiende que las grasas sanas son alimentos de calidad), la cantidad de comida que ingerimos, y las diferentes demandas de energía que recibe. Bien sea para bailar, correr, echar la siesta...
Tu cerebro sabe en todo momento la cantidad de grasas almacenadas de que dispone, y tenderá a mantenerlas ajustando su metabolismo (teoría conocida como "set point"). 
La palabra que define a la perfección el trabajo del cerebro en relación con la alimentación es la homeostasis, según la RAE:


 Conjunto de fenómenos de autorregulación, que conducen al mantenimiento de la constancia en la composición y propiedades del medio interno de un organismo.



    Nuestra especie nació y creció en la escasez, somos hijos de aquellos que fueron capaces de almacenar energía en forma de grasa para mantener un cerebro muy costoso (constituye el 2% del peso del cuerpo y consume el 20% de la energía), pasar duros inviernos o periodos en los que no había forma de cazar un mamut. En la sociedad de hoy día comer lo que te da la gana y no engordar generalmente es algo muy valorado, pero hace 70.000 años el que no tenía capacidad para almacenar reservas duraba más bien poco y no dejaba descendencia.




¿Qué hace que el inconsciente crea oportuno ralentizar el metabolismo para guardar reservas?

    La gran mayoría de las dietas actuales. Se focaliza en la fuerza de voluntad sin entender el funcionamiento del metabolismo y sus necesidades, por lo que mucha gente está pegándose con su metabolismo consiguiendo unos resultados contrarios a los que buscan ¿Qué tipo de dieta se hace generalmente? Una dieta baja en grasas. La grasa es el mal considerado enemigo público nº 1 ¿Qué conseguimos con esa dieta? Bajar peso los primeros días, hasta que el inconsciente evalúa la situación como preocupante y decide ralentizar el metabolismo para proteger sus reservas.

    Este tipo de dietas a parte de quitar o restringir los alimentos calóricos no tiene en cuenta el hambre fisiológica (aquella que es física, con sensación de vacío en el estómago, por contraposición a la psicológica, en la cual se come por la apariencia de los alimentos, por antojo...)
La dieta constará de un determinado número de comidas con su correspondiente cantidad. Así, si llegada la tarde te estás muriendo de hambre (fisiológica, no es por gula), te tienes que comer la manzana con la tostada de pan desposeída de cualquier condimento que tienes convenida en tu dieta y esperar hasta la cena.

    ¿Qué hace tu inconsciente cuando, en respuesta al montón de hormonas y péptidos que está echando al torrente sanguíneo para provocarte hambre y conseguir la energía que necesita para recobrar su codiciada homeostasis, le das una manzana y la marginada tostada?
Ralentiza el metabolismo, ese tipo de comida no satisface sus demandas.
¿Y que pasa cuando llegada la noche te comes la ensalada con cucharada y 3/4 de aceite y un vaso de leche desnatada?

    Que tu metabolismo acentúa aún más el modo ahorro. Tu inconsciente sigue echando hormonas y péptidos como si no hubiera un mañana para provocarte hambre. Cuanto más tiempo sigues esa dieta más se autorregula, más guarda. Más hambre pasas tú y menos adelgazas. Llegará un día en el que ya no aguantes más y empieces a comer desefrenadamente. Tu inconsciente será feliz. Recuperará el peso perdido más un par de kilitos por si acaso vuelve otra época de escasez.

¿Qué estamos haciendo con este tipo de dietas?

    Estamos entrenando a nuestro metabolismo en la autoregulación, poniéndole en situaciones que evalúa  como peligrosas para su supervivencia. Creamos el mismo escenario en el que vivían nuestros antepasados hace 70.000 años, donde hoy comías pero la siguiente comida potente podía ser en 3 días. Mientras tanto tirabas con raíces (los light del paleolítico) y nuestro inconsciente tenía que autorregularse gastando lo mínimo. Estas dietas no tienen en cuenta para nada el funcionamiento del nuestro metabolismo. Luchas contra él en vez de entender cómo funciona.

     Este tipo de dietas funcionan en algunas personas y eso hace que pensemos que si no funciona en nosotros es por la falta de fuerza de voluntad. Bajar peso no es cuestión tanto de fuerza de voluntad como de entender los mecanismos de nuestro metabolismo. Su funcionamiento es una decisión del inconsciente.
     Tu vecina no come más galletas de arroz 0% grasa y lechuga y está delgada como una gacelilla. Entonces a ti te cuentan lo de fuerza de voluntad y entras en un bucle dramático de comer menos y adelgazar muy poquito, no adelgazar, o incluso engordar. Encima te sientes fatal.
En nuestro metabolismo hay una parte definida genéticamente pero no es lo único que influye. La decisión del inconsciente depende de tu peso anterior, del peso de tus padres, de las dietas que hayas hecho, de tu alimentación actual... pero no depende tanto de fuerza de voluntad. Es cuestión de entender porqué toma esa decisión. Quiere ayudarte porque ha evaluado la situación para tu supervivencia como peligrosa. Y para ello usa los mecanismos que le fueron útiles cuando vivíamos en la escasez hace miles de años, sin disponibilidad de comida a cualquier hora y prácticamente en cualquier sitio como ahora.
El metabolismo de tu vecina no cree conveniente ralentizar ni guardar. En el paleolítico no hubiese dejado descendencia. Hoy es muy feliz.

     La  clave está en diferenciar el hambre fisiológica de la psicológica. Comer con hambre fisiológica alimentos energéticos, sanos pero energéticos. Hay que comer más grasas (y menos carbohidratos), sanas y cuando hay que comerlas.




    En un estudio publicado en 1997 los investigadores constataron que los americanos habían bajado el consumo de grasas en un 11% y sus aportes energéticos un 4%. Mientras el consumo de productos light se incrementó en 10 años de un 19% a un 76%.
Resultado: la obesidad en EEUU aumentó un 31%. La tendencia ha seguido en la misma dirección y se ha constatado en distintos países.

    No es lo mismo una dieta de 1500 calorías moderada en grasas que una dieta de 1500 baja en grasas. La respuesta hormonal que provocan en tu cuerpo una y otra son muy diferentes. Al consumir grasa el mismo tejido adiposo segrega Leptina. Una hormona que provoca saciedad y activa el metabolismo. Es como si el cerebro dijese: "como me está llegando grasa puedo gastar las reservas que tengo".  Paradógicamente si no le das grasas a tu organismo, no va gastar grasas.

    Las dietas actuales tienden a restringir las grasas dando protagonismo a los carbohidratos. Tu cerebro hace el cálculo y piensa: "como no me llegan grasas, mejor no gasto las reservas".
Los hidratos de carbono no estimulan la Leptina, estimulan la insulina. Una de las hormonas implicada en la acumulación de grasa. Se encarga de coger la glucosa que hay en sangre para almacenarla. Glucosa que si no gastas se convertirá en grasa.
La gran mayoría de las dietas actuales desequilibran tu metabolismo. No tienen en cuenta que éste no funciona 2+2=4; se autorregula. Examina qué comida le llega y cuando le llega. Manda señales de lo que necesita y si no le escuchas guarda.

     Si comes sin hambre descoordinas tu metabolismo. El sistema cerebral de recompensa no te provocará ese placer que sientes cuando comes con hambre. Las sensaciones se enredan y te será difícil diferenciar hambre verdadera de gula. Además, guardará lo que le llega.
Si comes alimentos light o comidas sin su correspondiente grasa cuando tienes hambre, tu inconsciente las asemejará a las raíces del paleolítico. Se encenderán las alarmas y ralentizará el metabolismo.
    Empiezas un ciclo en el que nunca estás saciado. Lo que comes te cunde más de lo normal, te saltas tu dieta, te sigue cundiendo más aún lo que comes, vuelves a pecar según los mandamientos de tu dietista, te desmoralizas y piensas que lo de la fuerza de voluntad no es lo tuyo. Pero no es eso, estás luchando contra tu naturaleza más profunda. Nunca vas a ganar a base de fuerza de voluntad. Si no te alineas con tu inconsciente, tienes la batalla perdida.




    Si no le das comida real a tu inconsciente cuando te lo pide, ralentizá el metabolismo. Si pasan muchas horas desde la ultima comida, o haces mucho ejercicio físico sin darle comida de calidad, también. Y es algo idiosincrásico, depende de la valoración que haga tu inconsciente. Normalmente si llevas años haciendo dietas le has entrenado bien para autorregularse.

    Si vas acorde con lo que te pide estás haciendo que la homeostasis se mantenga pudiendo adelgazar poco a poco, y que el sistema de recompensa cerebral y el hormonal (según un estudio la leptina esta ligada a la dopamina, hormona clave en el sistema de recompensa cerebral) también se alineen contigo reforzandote cuando comes con hambre de verdad, lo que te ayudará a sentirte saciado pudiendo aprender a identificar mejor las señales de hambre, gula, saciedad... De lo contrario entras en un bucle de desajuste en el que tu inconsciente y tú no acabáis de acompasar vuestros ritmos y en vez de adelgazar engordarás.
    Una liposucción, un balón gástrico, una cirugía estomacal, una dieta a base de batidos, una dieta a base de zumos... eso no varía el punto de ajuste de peso que tiene tu inconsciente, es más, esas dietas y operaciones le entrenan aún más en la autorregulación siendo más que probable recuperar el peso a largo plazo.
Eres tú el que debe aprender a identificar las señales de tu cuerpo y alinearte con él.

     No es cuestión tanto de fuerza de voluntad como de recuperar el ciclo natural de hambre-saciedad. Se discute mucho si es preciso comer 3 veces al día, o 6, o 2... y hay estudios para todos los gustos pero pienso que ninguna dieta puede marcarte eso, ningún dietista puede preveer las necesidades que va considerar tu metabolismo. Una dieta con horarios y cantidades es un fracaso de antemano.
En musculación hay un concepto llamado "fallo muscular". Consiste en llegar a tu límite al final de cada serie de repeticiones, ahí está el progreso, ahí es donde se producen las microroturas musculares que te harán ganar músculo cuando se regeneren.

    Yo propongo el "fallo energético". Consiste en llegar a ese punto de hambre verdadera, de hambre fisiológica. Ese es el punto clave, comer cuando tienes hambre real y darle a tu cuerpo lo que te pide, comida real, con sus grasas saludables, sus verduras... nada de light. Sin fijarte, en la medida de lo posible, en horarios o en números de comidas. 
Eso requiere conocer tus sensaciones y distinguir bien entre gula y hambre, es lo más importante. Yo te recomiendo llegar a ese fallo energético y mantenerlo un poco antes de la siguiente comida real como forma de alinearte perfectamente con tu metabolismo.



8 pasos para hacer las paces con tu metabolismo


1. Aprende a distinguir entre hambre psicológica y fisiológica. Si estás aburrido en el sofá y te apetece pasarte por la nevera es probable que sea por hambre psicológica. Cuando estés ocupado haciendo cosas lejos de estímulos de comida y no puedas dejar de pensar en comer es más probable que estemos hablando de hambre fisiológica.

2. Una vez alcanzado el fallo energético no lo estires demasiado porque tu metabolismo empezará a tomar medidas. Empieza con alimentos saciantes como grasas sanas y trata de comer despacio, disfrutando la comida para no comer demasiado. Nuestra señal de saciedad llega un rato después de lo que sería deseable. Eso es porque hace 100.000 años comíamos más despacio porque los alimentos estaban crudos y eran difíciles de masticar, y nuestro organismo mandaba la señal de saciedad más tarde que ahora, cuando ya se había asegurado de que habíamos comido suficiente.

3. Come grasas sanas, pero come grasas, el combustible predilecto de tu cerebro.
Grasas poliinsaturadas de origen animal (salmón, atún, sardinas...); Grasas saturadas (demonizadas injustamente durante mucho tiempo, a día de hoy hay muchos estudios que demuestran sus beneficios. Tu cerebro es principalmente grasa saturada y necesita grasa saturada. Es la grasa de cerdo, cordero... procurando eso si que sea origen ecológico. Si es grasa de origen industrial no la comas porque todas las toxinas y antibióticos quedan en la grasa); Grasas monoinsaturadas (aceite de oliva, almendras...)
Evita a toda costa las grasas trans (Grasas hidrogenadas usadas en los alimentos industriales como bollería...)

4. No cuentes calorías, aprende a fiarte de tu hambre. La base de tu dieta han de ser las verduras y las grasas sanas. Trata de comer más o menos: 25% proteínas, 25% carbohidratos lentos (patata, arroz...), 45% grasas sanas y 5% de carbohidratos rápidos (pan, dulces...). Y disfruta de tu copita de vino o de tu café en dosis moderadas.

5. No consumas alimentos light. Cuando quitan la grasa de un alimento le están quitando también casi todo el sabor que luego recuperan añadiendo químicos. Procura consumir alimentos lo menos procesados posibles. Además tu cuerpo adora la grasa sana como combustible.

6. Bebe agua cuando tengas sed, aprende también a reconocerla. No hay ningún estudio riguroso que demuestre porqué es bueno beber 2 litros de agua al día. ¿Cómo se demuestra eso?

7. Haz ejercicio físico. Con los años pierdes masa muscular y ganas grasa. Haz pesas para ganar fuerza muscular (la masa muscular también se relaciona con el metabolismo) y ejercicios cortos pero intensos de cardio. 2-3 horas a la semana de ejercicio es más que suficiente.

8. Toma el sol. Con moderación pero toma el sol porque ayuda a sintetizar la vitamina D que tantos beneficios aporta a tus huesos y tu cuerpo en general. 
Una pista, si estás negro como un conguito o rojo como un cangrejo no estás tomando el sol con moderación.


  En definitiva, aprende a diferenciar entre hambre psicológica y hambre fisiológica. Haz que las verduras y las grasas sanas sean la base de tu dieta y olvídate de los productos light y de los altamente procesados.

    Aquí te dejo una serie de artículos que desafían algunos de los dogmas de las dietas tradicionales que han prevalecido en las últimas décadas.




Bibliografía



Adrian F. Heini (1997). Dviergente trendes in obesity and fat intake patterns: The American Paradox. The American Journal of Medicine. Recuperado desde: http://www.amjmed.com/article/S0002-9343(96)00456-1/abstract

Gina M. Leinninger (2009). Leptin Acts via Leptin Receptor-Expresing Lateral Hypothalamic Neurons to Modulate the Mesolimbic Dopamine System and Suppress Feeding. Science Direct. Recuperado desde:
http://www.cell.com/cell-metabolism/abstract/S1550-4131(09)00195-8?_returnURL=http%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS1550413109001958%3Fshowall%3Dtrue

Jeffrey M Friedman (2004). Modern science versus the stigma of obesity. Nature Medicine. Recuperado desde: http://www.nature.com/nm/journal/v10/n6/abs/nm0604-563.html

Jiménez, L (2014). El cerebro obeso. Kindle Edition. 

M. A. McCrory, N. C. Howarth, S. B. Roberts, and T. T.-K. Huang (2010). Eating Frequency and Energy Regulation in Free-Living Adults Consuming Self-Selected Diets. The journal of nutrition. vol. 141 no. 1 148-153. Recuperado desde:
http://m.jn.nutrition.org/content/141/1/148.abstract?sid=5d52d9ab-df7b-4126-b314-3e2e8949b357

Mann T. Tomiyama AJ. Westling, E (2007). Medicare´s seach for effective obesity treatments: diets are not the answer. US National Library of Medicine National Institutes of Health. Recuperado desde: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17469900

Perez, Carlos (2012). Paleovida. Ediciones B.

Vazquez, Marcos (2015). Mentiras que engordan. Los 10 mitos sobre nutrición que te has tragado. Kindle Edition. 

Walsh, Bryan (2014). The truth about fat. Time magazine. Recuperdado desde: http://time.com/2863227/ending-the-war-on-fat/






miércoles, 1 de abril de 2015

El anhelo más profundo de Andreas Lubitz

El anhelo más profundo de Andras Lubitz, exactamente igual que todos los hombres y mujeres del mundo, era sentirse apreciado.

El anhelo es un deseo vehemente, irracional e impulsivo que nos empuja en una dirección sin que podamos hacer gran cosa para remediarlo. Según William James, sentirse apreciado es el principio más profundo de la naturaleza humana.
Deseamos ser importantes, reconocidos por nuestros logros, considerados por los demás, aspiramos a dejar nuestro sello en el mundo cuando ya no estemos. Tanto que los ataques a nuestra persona, a nuestro ego o a nuestra  capacidad pueden llegar a ser vistos como el peor de los ataques. Sobre todo si eres hombre.
Nuestra sociedad premia al hombre de éxito que cumple sus objetivos y triunfa sobre los demás. Es el jefe de la tribu de hace 150.000 años que cazaba para dar de comer a todos y les protegía de tribus rivales pero en su versión actualizada a nuestro tiempo. La mujer también necesita sentirse apreciada y querida pero no tanto a nivel de logro.




Se ha escrito y se seguirá escribiendo mucho sobre Andreas Lubitz, la sociedad necesita saber qué pasó, suplica unas explicaciones convincentes que le demuestren lo especial del caso y lo improbable de su repetición.
Andreas Lubitz estaba diagnosticado de depresión, estaba medicado, dormía mal, era un obsesivo... todos estos datos no explican gran cosa en si mismos. Si nos muestran a una persona luchadora a la que el mundo le estaba quedando un poco grande. Una persona que llevaba muchos años luchando por ser piloto, que había sido rechazado pero que seguía peleando por su gran sueño, ser piloto, ser apreciado, ser alguien.
La compañía reconoce que en 2009 fue diagnosticado de una grave depresión, pero eso a parte de no explicar lo sucedido estigmatiza a los depresivos.
Según datos de la Organización mundial de la salud (OMS)  la depresión afecta a un 4% de la población Española, lo que supondrían más de 1.500.000 personas en riesgo de cometer, cuando menos, alguna imprudencia.
Bien es cierto que una persona con una depresión severa no está en condiciones de tener a su cargo decenas de vidas, pero porque es mucho más fácil que cometa un error fatal, no porque vaya a estrellar un avión intencionadamente, la depresión no te convierte en homicida.
Según los criterios diagnósticos del DSM-IV una persona que durante 2 semanas tenga ánimo depresivo, insomnio, fatiga, dificultad para concentrarse y sentimientos de inutilidad puede ser diagnosticada de episodio depresivo mayor. ¿Quién no ha pasado dos semanas con esos síntomas? Esto no explica gran cosa...




¿Cuál es el fondo de la tragedia?

Andreas Lubitz se sintió despreciado, herido en lo más profundo de su ser, llevaba muchos años luchando por ser piloto, por ser alguien. Toda su vida giraba en torno a ser piloto, y si no llegaba a conseguir su sueño nada tenía sentido.
Andreas descubre que tiene un problema en la vista que no podrá sortear, el mundo, si ya de por si le quedaba grande acaba de subir 7 tallas, es el fin.
Así nos encontramos ante una persona que no tiene nada que perder, ya lo ha perdido todo desde su perspectiva.
Además, con razón o sin ella se ha sentido humillado, un depresivo no estrella un avión con 150 personas, uno que se siente denigrado y sin nada que perder si. No se tuvo en cuenta el anhelo más profundo de la naturaleza humana, sentirse apreciado.

Puede parecer inverosímil que una tragedia de esta magnitud ocurra por algo en principio trivial, sentirse despreciado, pero esto no es nada nuevo. Desgraciadamente hemos visto más de una masacre, sobre todo en EEUU, donde jóvenes varones en su gran mayoría (los más sensibles al desprecio) matan sin compasión porque han sido denigrados por sus iguales. Puede haber más taras, pero el fondo de la cuestión es que se sintieron despreciados y humillados.
Lo característico de esta tragedia es que el sujeto en cuestión tenía la posibilidad de matar a 150 personas de un golpe, pero la motivación subyacente es la misma que en otras masacres.

Siguiendo con EEUU y sin llegar a una masacre, los datos apuntan a que un alto porcentaje de asesinatos que se cometen entre hombres son debidos a pequeñas discusiones a cerca de nada (me ha empujado, me ha mirado mal...) en realidad no es el hecho en si lo que produce la reacción, lo que se pone en entredicho es su capacidad, su masculinidad o su estatus, y eso para nuestros genes es la peor de las ofensas.

Nuestra tecnología, nuestra cultura y nuestra forma de vida ha evolucionado mucho a lo largo de los siglos, pero nuestro software apenas ha cambiado en los últimos 150.000 años y los parámetros que usa nuestro inconsciente son los que eran útiles hace miles de años: un hombre cuya capacidad, virilidad o masculinidad está en entredicho será despreciado por su tribu y por las mujeres. Por lo tanto no podrá reproducirse y estará condenado al ostracismo, el peor de los castigos que puedes infringir a tus genes, de ahí esas reacciones absolutamente desproporcionadas y difíciles de entender. Porque la partida se juega a nivel instintivo y nuestro inconsciente pone en marcha mecanismos ancestrales en su lucha por la supervivencia de difícil encaje en el siglo XXI.

Andreas necesitaba alguien que le ayudase a elaborar una salida digna a su Yo más que medicación.
Fácil de ver ahora, difícil de prever en su momento.




Referencias:

American Psychiatric Association (APA). (1994). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-IV-TR. Editorial Masson.

Carnegie, Dale (2014). Como hacer amigos e influir en las personas. Editorial Elipse.

Malo, Pablo, (6 de junio de 2013). Evolución y Neurociencias (mensaje en un blog).
Recuperado de http://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2013/06/la-importancia-de-lo-que-piensen-los.html





martes, 16 de septiembre de 2014

Fibromialgia, el sistema protector inconsciente



La fibromialgia es un trastorno caracterizado por dolor generalizado en músculos, huesos y articulaciones sin alteraciones físicas que lo justifiquen. Actualmente su etiología se considera desconocida aunque se relaciona con factores estresantes como accidentes, enfermedades, lesiones o traumas de tipo emocional.
Según la Sociedad Española de Reumatología (SER) la Fibromialgia afecta en España a un 2,4% de la población mayor de 20 años y principalmente a mujeres, por cada hombre diagnosticado hay 20 mujeres.


En cuanto al tratamiento hay muchas alternativas (fármacos, ejercicio físico, educación sobre el dolor, terapia psicológica, acupuntura, terapias nutricionales, homeopatía…) pero ninguna tiene acreditada su efectividad. Éste escaso éxito en el tratamiento y su etiología desconocida dan lugar a una gran variedad de teorías etiológicas y tratamientos que en muchas ocasiones se apartan excesivamente del conocimiento científico actual sobre el dolor y sus mecanismos.

Hoy día en la comunidad científica se considera un hecho probado que el responsable último del dolor es el cerebro, todo dolor depende de una evaluación del cerebro, haya o no haya tejido dañado.
Aunque haya problemas en una articulación, músculo, ligamento… no habrá dolor a menos que el cerebro evalúe que es peligroso; de la misma manera aunque no existan problemas en articulaciones, músculos, ligamentos… puede haber dolor si el cerebro lo evalúa como peligroso (Butler y Moseley, 2010).

El sistema del dolor es controlado por el cerebro, por su parte inconsciente concretamente, porque la evolución no dejó bajo el control voluntario ninguno de los sistemas importantes para la supervivencia. Y aunque resulte paradójico es la forma que tiene nuestro cerebro de protegernos, nos avisa de que algo va mal en base a la evaluación que hace de la información que le llega. Porque el cerebro no está en contacto directo con la realidad, construye todas sus percepciones en base a las señales nerviosas que le llegan de los diferentes sentidos.

El dolor es una percepción más del cerebro, como por ejemplo lo es la vista. A nuestro cerebro no llegan los colores que vemos, lo que llegan son señales nerviosas de los fotorreceptores con las diferentes longitudes de onda que el cerebro se encarga de interpretar dando lugar a los colores. Y lo hace sin que podamos intervenir, no tenemos ningún control en esa interpretación que hace de las longitudes de onda.

De la misma manera no tenemos ningún control sobre la interpretación que le lleva a mandar dolor, no podemos controlar el dolor, es un mecanismo inconsciente, solo sabemos que es la consecuencia de la interpretación de la información que le llega.

Se estima que el cerebro inconsciente es capaz de procesar unos 11.000.000 bits/seg., de los cuales como mucho 40 pueden ser de modo consciente (Wilson, 2002). Tiene una gran capacidad para procesar información y está principalmente diseñado para ayudarnos a reproducirnos y a sobrevivir (Nelissen, 2013). Está constantemente recogiendo todo tipo de información de tejidos, huesos, músculos, articulaciones, sentidos e incluso de pensamientos, porque un pensamiento puede desencadenar la misma consecuencia electroquímica que una información de tejido dañado (Butler y Moseley, 2010). El cerebro procesa toda la información que tiene a su alcance, hace una valoración y toma una decisión: acelerar frecuencia de latidos del corazón, transpirar para regular la temperatura corporal, mandar dolor…

¿En que información se puede estar basando el cerebro del fibromiálgico para valorar peligro y mandar dolor si no hay daños físicos?
La trayectoria vital de los pacientes con Fibromialgia siempre es complicada, han vivido situaciones traumáticas y tienen importantes déficits de afrontamiento que conllevan miedos, ansiedad, baja autoestima...
No es fácil objetivar que es una trayectoria vital complicada, pero una forma de hacerlo y demostrar que la Fibromialgia se relaciona con estos síntomas es revisando los estudios que relacionan personalidad y Fibromialgia. La puntuación alta en la escala de neuroticismo es una constante en este tipo de estudios, está ampliamente contrastado (Ayats, martín y Soler, 2006).

¿Qué es exactamente puntuar alto en la escala de neuroticismo? El neuroticismo es un término acuñado por Eysenck que se compone de siete factores: ansiedad, depresión, sentimiento de culpa, baja autoestima, tensión, irracionalidad, timidez, tristeza y emotividad.

A tenor de este rasgo el cerebro del paciente fibromiálgico está constantemente recibiendo información de peligro, una persona que puntúa alto en neuroticismo siente que el mundo le sobrepasa, vive numerosos acontecimientos ansiosamente, tiene muchos miedos e inseguridades y una capacidad de afrontamiento limitada. A lo largo de la vida van acumulando malas experiencias que pueden llevar al cerebro a interpretar que está en peligro. A menudo una experiencia traumática como un accidente, un parto o un trauma emocional es el desencadenante de la evaluación de peligro por parte del cerebro. Se recuperarán las lesiones pero los dolores no cesarán, el cerebro se ha puesto en guardia y mandar dolor es la manera que tiene de alertarnos de lo que ha evaluado como peligroso.
En nuestra realidad consciente no consideramos la angustia o los miedos un peligro que ponga en riesgo nuestra vida, pero nuestro cerebro no está en contacto directo con la realidad, hace una interpretación de la información que le llega.

El problema es que los mecanismos creados por la evolución (como el sistema del dolor) nunca son perfectos, son intrínsecamente ciegos (Stamos, 2008). La biología evolutiva con su hipótesis del subproducto ayuda a entender estas respuestas maladaptativas:

“Una acción que reduce la aptitud es un subproducto de algún mecanismo próximo generalmente adaptativo” (Alcock, 2012, p.218-9).

El dolor fibromiálgico es un subproducto del sistema adaptativo del dolor que reduce la aptitud. El sistema del dolor es extremadamente adaptativo porque nuestras posibilidades de morir aumentarían enormemente si no sintiéramos dolor. El problema en la fibromialgia es que está haciendo una evaluación de peligro cuando no hay un peligro explícito para nuestra vida. Pero el cerebro fibromiálgico no está funcionando mal, funciona perfectamente pero a partir de una evaluación maladaptativa que le lleva a ponerse en guardia y a mandar dolor a discreción para alertar. Los teóricos 18 puntos gatillos necesarios para diagnosticar la Fibromialgia son difíciles de verificar en la clínica porque los pacientes refieren dolores en los sitios más insospechados. La investigación neurofisiológica lo corrobora ya que, aunque se dan patrones de activación ante el dolor en el cerebro, las partes que se activan de sujeto a sujeto e incluso en el mismo sujeto varían (Butler y Moseley, 2010).

El cerebro no se está basando en información de tejidos, se está basando en esas emociones negativas que emanan de la incapacidad de adaptarse al ambiente tales como la angustia y que son el sustrato de la evaluación de peligro y de la respuesta de dolor, es una evaluación basada en información “emocional”, no física. No hay daños allá donde duele, ahí solo está la alarma.

A la mayoría de personas que padecen Fibromialgia o dolor crónico los analgésicos no les hacen efecto o les hace menos efecto que a pacientes con otro tipo de dolor (Moore, Straube, Wiffen, Derry, McQuay, 2009). Examinando el mecanismo de acción de los analgésicos vemos que actúan en las vías que llevan la información de peligro al cerebro inhibiendo algunas sustancias que sensibilizan las neuronas haciendo así que no llegue la señal al cerebro o que llegue atenuada. Consecuentemente el cerebro interpreta que ya no hay peligro y deja de mandar dolor o manda menos.

Pero en el caso de la Fibromialgia el cerebro se está basando en información “emocional” (miedo, ansiedad…) que le lleva a considerar que la persona está en peligro, no hay daños en la zona doliente, el cerebro está mandando dolor a discreción con la intención de alertarnos. Los analgésicos tienen un efecto muy limitado en la fibromialgia porque aunque actúen sobre las vías nerviosas, la “vía emocional” por la que llega la información de peligro (miedos, angustia…) sigue activa.

En los llamados síndromes de sensibilización central, término acuñado por Yunus (1994) que engloba también la Fibromialgia entre otros, se aprecian cambios a nivel molecular, químico y funcional en el sistema nervioso central que amplifican y generalizan el dolor entrando en un círculo en el que no dejan de mandar dolor, cierto. Pero el que está verdaderamente sensibilizado es el cerebro que sigue recibiendo señales de peligro. La sensibilización central es la consecuencia de la previa sensibilización de un cerebro que está en guardia, el dolor no empieza en los mecanismos fisiológicos, empieza en una evaluación de peligro por parte del cerebro.

Por otra parte, desde una perspectiva evolutiva tiene un sentido la marcada prevalencia de mujeres diagnosticadas de Fibromialgia en oposición a hombres. Hemos evolucionado a lo largo de miles de años viviendo en grupos pequeños como cazadores recolectores. Los hombres iban a cazar, luchaban contra otras tribus y entre ellos por el favor de las hembras o por el liderazgo del grupo, actividades altamente estresantes. Mientras la mujer se encargaba de cuidar de los niños pequeños, coser pieles, recolectar, cuidar el fuego… tareas mucho menos estresantes.

Evolutivamente el cerebro masculino está más acostumbrado al estrés que el femenino. Si tenemos en cuenta el tiempo evolutivo hace muy poco que la mujer ha tomado un papel más activo, y como biología es estadística (Stamos, 2008), es más probable que el cerebro femenino haga evaluaciones de peligro que pueden conllevar dolor para, bajo su óptica, tratar de proteger.

Utilizando la Inferencia a la mejor causa explicativa (Harman, 1965), podemos recapitular las evidencias entorno a la fibromialgia:


1. El control del dolor reside el 100% de las veces en el cerebro (Butler y Moseley, 2010).

2. Los test de personalidad de los pacientes fibromiálgicos puntúan alto en las escalas de neuroticismo (Ayats, martín y Soler, 2006).

3. Un simple pensamiento puede desencadenar respuestas similares a la información de tejidos dañados porque el cerebro procesa de manera similar la información física y la emocional (Butler y Moseley, 2010).

4. El dolor es una respuesta adaptativa cuyo objetivo es protegernos (Butler y Moseley, 2010).

5. Nuestro cerebro está programado para ayudarnos a sobrevivir (Nelissen, 2013).

Con estos datos la Inferencia a la mejor causa explicativa es que la Fibromialgia es la consecuencia de una evaluación de peligro por parte del cerebro en respuesta a la información amenazante que le llega a causa de los déficits de afrontamiento de los pacientes, información emocional, no física. La solución pasa por superar esos miedos y limitaciones.

Pauta sencilla pero realmente difícil de llevar a cabo, porque es muy difícil cambiar esos rasgos, más cuando el paciente no cree que tenga nada que ver con sus dolores. Está sufriendo y busca desesperadamente el profesional que le libere de su pena, no se imagina que la orden de dolor viene de su propio cerebro y mucho menos que la solución está en él mismo, la mera insinuación de que tenga que ver con algo psicológico es tomada como ofensa.
Han sufrido mucho la incomprensión de su dolor, y en su esquema la afirmación de que el problema es psicológico es igual a decir que no tienen nada serio o que sus dolores son imaginarios. Hemos de arropar y entender a estos pacientes y tratar de explicarles que todos los dolores son psicológicos.


Pero psicológico no quiere decir imaginario, quiere decir inconsciente y sin control voluntario. La única manera de controlarlo es aprender a manejarse en la vida para que la información emocional que llega al cerebro no le lleve a evaluar peligro para su integridad.




Bibliografía:


Alcock, J. (2001). The Triumph of Sociobiology. Oxford University Press

Ayats, Mireia; Martín, María José; Soler, Pere Antón. Fibromialgia y estilo de funcionamiento. Psiquiatr Biol, 2006, vol. 13, no 6, p. 193-197.

Bergado, J. A. (2012). El Homo sapiens, la fe y el efecto placebo. Revista Cubana de Salud Pública, 38, 679-685.

Butler, D., Moseley, L. (2010). Explicando el dolor. Noigroup Publicantions.

Enciclopedia SER Fibromialgia (s.f.). Consultado el agosto 26, 2014 de http:// http://www.ser.es/wiki/index.php/Fibromialgia

Goldstein, B. (1993). Sensación y percepción. Madrid: Debate.

Harman, G. H. (1965). The inference to the best explanation. The Philosophical Review, 88-95.

Hassin, Ran R., Uleman, James S., Bargh, John A. (2006). The new unconscious. Oxford University Press

Moore, R. A., Straube, S., & Derry, S. (2009). Pregabalina para el dolor agudo y crónico en adultos.

Nelissen, M. (2013). Darwin en el supermercado. Editorial Planeta

Pervin, A. (1998). La ciencia de la personalidad. McGraw Hill

Ramírez Maestre, C., Esteve Zarazaga, R., & López Martínez, A. E. (2001). Neuroticismo, afrontamiento y dolor crónico.

Stamos, D. (2008). Evolución: Los grandes temas: sexo, raza, feminismo, religión y otras cuestiones. Biblioteca Buridán

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Yunus, M. B. (2007). Role of central sensitization in symptoms beyond muscle pain, and the evaluation of a patient with widespread pain. Best Practice & Research Clinical Rheumatology, 21(3), 481-497.